¿Alguna vez has
tenido esa sensación de volar? Cuando sientes que todo el mundo es tuyo. Ves a
las personas pasear y nadie se da cuenta de que tú estás allí, observando cómo
cambian sus vidas. Ni siquiera se dan cuenta del mundo que les rodea. Pero, da
igual, sigues surcando el cielo azul, sin problemas. Subes y subes y cada vez
más. No puedes parar de sentir, de volar. Todo es perfecto; nubes blancas,
cielo azul, maravillosas golondrinas cantando al mismo son que tu felicidad.
A lo lejos ves la
primera nube negra; te asustas, pero sigues subiendo para ver otro claro. Pero
de repente ves como todo el cielo se tiñe de enormes nubarrones de odio. Los
rayos duelen, los truenos retumban en mi cabeza y las primeras gotas empiezan a
caer. El violento viento agita tu piel sin protección, sin fuerzas; débil como
cada gota que rompe en el suelo. Y entonces caes. Te encuentras derrumbada en
el suelo con moratones y heridas internas que nadie ve. Ahora estás ahí abajo
como todas esas personas a las que observabas. Las ves pero ahora ellas también
te ven a ti. No puedes esconderte. Tu alma grita sin poder sacar voz. Miras al
cielo ¿dónde está? ¿Se ha ido? El dolor confunde tus ideas; las cosas ya no soy
lo que parecían. Quieres volver a poder sonreír. Tu vida cambia al igual que
cambiaban las otras. Ahora no puedes ayudar, necesitas ser ayudada. Vuelves a
esa añoranza, a esos recuerdos que no olvidas. Ves como los demás ascienden,
suben a ese cielo donde tú un día estuviste. Ni siquiera lo intentas, das todo
por zanjado. Las alas con las que naciste no volverán a crecer; se han roto.
Sigues andando y ves como la gente sigue elevándose. Esa sonrisa que hay en sus
caras, una vez la tuviste.
Decides pararte;
ya no hay nada por lo que seguir. Hace tiempo que no lo miras; ese cielo
nublado que siempre ha habido encima de ti. Entonces decides mirar; ¡es azul!
Parpadeas muchas veces; ya no sube, las gotas se han secado. Vuelves a ver
nubes blancas y el cielo es más azul que nunca. No puedes creerlo pero esas
alas vuelven a acompañarte. Están a tu lado. Una leve sonrisa deja caer por tu
boca. ¡Quieres volar! Pero has perdido la práctica. Lo intentas, lo vuelves a
intentar y sigues. Ya te da igual todo solo quieres conseguirlo; eres como una
pequeña golondrina aprendiendo a desenvolverse en un mundo fantástico, aunque
también lleno de decepciones.
Por fin vuelves a
alfar el vuelo. Tienes miedo de subir, de mirar abajo. Pero miras esa felicidad
vuelve a ti. Las nubes me acarician la piel con suavidad. ¡Quieres subir!
Quieres estar por encima de ti misma. Quieres estar en ese mar llamado cielo en
el que nunca te hundes. Junto a tus alas, esas que te han devuelto a la vida.
Esas alas que vieron que estabas sola y te ayudaron. Pero piensas; ya no
quieres volver a caerte y bajas un poco. Ahora estás más estable. Subes, bajas
pero te das cuenta de que esas alas se desgastan. Ves como la primera pluma se
cae y desciende poco a poco. No puedes remediarlo; está volviendo a pasar. Al
menos, oyes como los truenos se escuchan a lo lejos, los rayos no hacen tanto
daño; pero hacen, y las plumas siguen cayendo. Lo vas controlando, pero ves
como se va desojando toda tu felicidad. Desciendes poco a poco como si fueses
una de esas plumas que se desprenden de ti.
Tocas suelo, pero esta vez es diferente, es más
sube. Sigues con esa angustia dentro pero esta vez no te vas a rendir tan
fácilmente. Vas a seguir mirando al cielo de vez en cuando con esa esperanza de
que, seguro, otras alas vuelvan a ti; más fuertes, más grandes pero a la misma
vez más cariñosas y duraderas. Seguirás practicando; nunca olvidarás lo que es
volar. Alzarás vuelo estando en tierra y te darás cuenta de que si caes es
porque esas alas no eran de verdad sacadas de tu corazón; eran las alas que te
ilusionaron por un momento. Ahora has comprendido el por qué no hay que volar
tan alto; cuando más alto estés peor será la caída. Y te darás cuenta que unas
de esas alas no te abandonará, y será el momento perfecto para iniciar un nuevo
vuelo que disfrutarás durante el resto de tus días. Y sabes que tendrás que
pasar tormentas, pero las afrontarás y las pasarás, y volverás a ver ese cielo
azul que cada vez es más grande.
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